He
llegado a la casa, parece estar vacía.
Una
música suave viene del dormitorio
a
esta hora que acaba de fenecer el día,
cuando
surgen las hadas y los duendes curiosos.
Una
lámpara tenue tan sólo está encendida
alumbrando
tu nota, que está sobre la mesa.
Pides
que al dormitorio sin tardar me dirija,
sin
encender las luces, quitándome las prendas.
Accedo
a tu pedido con gran expectativa.
La
oscuridad del cuarto vence un rayo plomizo,
que
de tu ser me muestra dulce actitud de ninfa
que
me ofrenda sus ansias junto con vino tinto.
Imposible
rehusarme a invitación como esa.
Tan
sólo la penumbra y aquel rayo de luna
fueron
mudos testigos de esa gloriosa fiesta,
y
un tris de vino tinto sobre tu piel desnuda.
ALDO R. GUARDATTI
Que hermoso poema !!🌹🌹
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