Está sentada, semidesnuda,
y va realzando, frente al espejo,
de uno en uno, esos encantos
que son en ella más que ornamento.
Su piel de nácar, color deseo,
que a un hombre dócil transforma en lobo;
la oscura noche que hay en su pelo,
que si la suelta invade todo.
Las tibias joyas que, palpitantes,
curvas resaltan en su figura;
sus labios que se ven anhelantes,
tal vez de besos, o de lujuria.
Y se maquilla con sutileza,
y todo el mundo desaparece,
y para mí sólo existe ella,
y ella... ¿Quién sabe qué es lo que piense?
Así, cada uno de sus encantos
tiene un hechizo dulce y profundo,
mientras, la miro, inmóvil, mudo,
como en un trance, obnubilado.
Aldo R. Guardatti
Me dijeron que un escritor debe tener un blog en estos tiempos. Yo recién me estoy enterando qué es un blog. Veamos qué resulta.
SOLO PALABRAS
martes, 28 de noviembre de 2017
viernes, 17 de noviembre de 2017
CURIOSIDADES
Curioso es cuando a la gente
se le caen las caretas
y entra a relucir la envidia
y la impotencia en sus muecas.
Curioso aquel que se erige
en fiscal, juez y verdugo
por el mero testimonio
de quien decencia no tuvo.
Curioso es ver la jauría
de ignorantes obsecuentes
defenestrar con porfía,
por impulso, al inocente.
Curioso el modo en que aquellos
que amigos solían llamarse
bufan del éxito ajeno,
incapaces de alegrarse.
Curioso como relucen
en el caos los afectos,
y revelan su miseria
esos que nunca lo fueron.
Curioso cómo les arde
su propia espesa ponzoña,
endilgando a aquel que envidian,
de su conciencia la roña.
Curioso comportamiento
de los estrechos de mente
que con labia y apariencias
ostentan lo que no tienen.
Curiosa serenidad
de quien se sabe inocente,
que deja que otros rebuznen,
pues sus hechos lo sostienen.
ALDO R. GUARDATTI
se le caen las caretas
y entra a relucir la envidia
y la impotencia en sus muecas.
Curioso aquel que se erige
en fiscal, juez y verdugo
por el mero testimonio
de quien decencia no tuvo.
Curioso es ver la jauría
de ignorantes obsecuentes
defenestrar con porfía,
por impulso, al inocente.
Curioso el modo en que aquellos
que amigos solían llamarse
bufan del éxito ajeno,
incapaces de alegrarse.
Curioso como relucen
en el caos los afectos,
y revelan su miseria
esos que nunca lo fueron.
Curioso cómo les arde
su propia espesa ponzoña,
endilgando a aquel que envidian,
de su conciencia la roña.
Curioso comportamiento
de los estrechos de mente
que con labia y apariencias
ostentan lo que no tienen.
Curiosa serenidad
de quien se sabe inocente,
que deja que otros rebuznen,
pues sus hechos lo sostienen.
ALDO R. GUARDATTI
martes, 14 de noviembre de 2017
TU ATAVÍO
Luces con desenfado sugestivo atavío,
tan breve y atrevido como sofisticado.
Yo disfruto, encantado, aunque no sorprendido,
y en tanto más te miro, más me vas hechizando.
Aunque el género oscuro me oculta tus encantos,
su brevedad es algo que bien me deja mudo.
Eres fruto maduro, presto a ser devorado
por mi deseo exaltado, tan humano y profundo.
Ya empiezo a preguntarme, sin pronunciar palabra,
si, acaso despojada de la lycra y encajes
igual has de encantarme cual por arte de magia,
solamente ataviada con tacos elegantes.
Y como si pudieras leer mis pensamientos,
sin dudar un momento te sales de esas prendas.
Así, ante mí te muestras cortándome el aliento,
en medio del silencio, con los tabúes fuera.
Palpita una tormenta por entre nuestros cuerpos,
un estremecimiento que al éxtasis nos lleva.
ALDO R. GUARDATTI
tan breve y atrevido como sofisticado.
Yo disfruto, encantado, aunque no sorprendido,
y en tanto más te miro, más me vas hechizando.
Aunque el género oscuro me oculta tus encantos,
su brevedad es algo que bien me deja mudo.
Eres fruto maduro, presto a ser devorado
por mi deseo exaltado, tan humano y profundo.
Ya empiezo a preguntarme, sin pronunciar palabra,
si, acaso despojada de la lycra y encajes
igual has de encantarme cual por arte de magia,
solamente ataviada con tacos elegantes.
Y como si pudieras leer mis pensamientos,
sin dudar un momento te sales de esas prendas.
Así, ante mí te muestras cortándome el aliento,
en medio del silencio, con los tabúes fuera.
Palpita una tormenta por entre nuestros cuerpos,
un estremecimiento que al éxtasis nos lleva.
ALDO R. GUARDATTI
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