Curioso es cuando a la gente
se le caen las caretas
y entra a relucir la envidia
y la impotencia en sus muecas.
Curioso aquel que se erige
en fiscal, juez y verdugo
por el mero testimonio
de quien decencia no tuvo.
Curioso es ver la jauría
de ignorantes obsecuentes
defenestrar con porfía,
por impulso, al inocente.
Curioso el modo en que aquellos
que amigos solían llamarse
bufan del éxito ajeno,
incapaces de alegrarse.
Curioso como relucen
en el caos los afectos,
y revelan su miseria
esos que nunca lo fueron.
Curioso cómo les arde
su propia espesa ponzoña,
endilgando a aquel que envidian,
de su conciencia la roña.
Curioso comportamiento
de los estrechos de mente
que con labia y apariencias
ostentan lo que no tienen.
Curiosa serenidad
de quien se sabe inocente,
que deja que otros rebuznen,
pues sus hechos lo sostienen.
ALDO R. GUARDATTI
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