Aquella muchachita vestida de estudiante
que con una sonrisa prendó mi corazón,
aún no lo ha soltado siquiera un solo instante,
pero yo no protesto que nunca lo soltó.
Ayer niña inocente, hoy mujer subyugante,
mantiene siempre vivo el fuego que encendió,
mi dama distinguida, mi deliciosa amante,
la musa de los versos que suelo escribir yo.
ALDO R. GUARDATTI
(Todos los derechos reservados)
Hermoso!! a tu esposa!! Me recuerdan los poemas de papá!
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