Entre tu cuerpo y el mío
no puede, ya, haber excusas,
como no es bueno que haya,
te aseguro, prenda alguna,
que en mágicas situaciones,
como sabes, nada ayudan.
Por eso es que con paciencia,
con infinita ternura,
prodigándote caricias
voy a quitarte la blusa
mientras te cubro de besos
y tu corazón se apura.
Entre tu cuerpo y el mío
ansían pieles desnudas,
para que no los separe
siquiera tela minúscula,
de esta dimensión fugados,
amparados en penumbras
buscan hacerse uno sólo
en una lid de ternura.
Entre tu cuerpo y el mío
hasta la brisa es intrusa,
y brota una melodía
que hace danzar a las musas,
cuando en bríos y osadía
en un delirio se juntan
el cóncavo y el convexo,
el frenesí y la dulzura,
mi sencillo cuerpo de hombre
y de diosa tu figura,
iniciando, así, engarzados,
una mágica aventura
que nos arrastra a la gloria
sin hacer ni una consulta.
Entre tu cuerpo y el mío
nuestros deseos exultan
y lo imposible no existe,
y los límites se anulan,
y gozamos sensaciones
que dioses sólo disfrutan.
Nuestros cuerpos se entrelazan
mientras las ansias se anudan,
y quedamos más unidos
que lo que apariencias juzgan,
músculos entumecidos,
rubor en pieles desnudas,
el respirar agitado
y el gozo que nos abruma.
Entre tu cuerpo y el mío
amor y euforia trashuman.
ALDO R. GUARDATTI
(Del libro "La camisa clara")
(Todos los derechos reservados)
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