Te
recuestas ya exhausta, con sonrisa candorosa,
mientras
mi manos, curiosas, sobre tu piel se me escapan.
Y
me miras extenuada, pero al mismo tiempo ansiosa,
y
ya tu piel se sonroja y la libido me embriaga,
ya
tu cómplice mirada consentimiento me otorga
pra
buscar buscar una y mil formas de ungirte mi soberana.
ALDO R. GUARDATTI
(del libro "Húmedo... Tibio... Suave...")
(Todos los derechos reservados)
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