Con tacos de aguja y con medias
negras,
llena de nostalgia mi amada me
espera,
con sueños audaces y pecaminosos
que nos anticipan indecible gozo.
Muy suaves, sus manos, ya rozan
sus piernas
evocando el roce, tal vez, de mi
lengua,
y muerde sus labios, y cierra los
ojos,
y todo su cuerpo se cubre de
rojo.
Su pulso se agita, su cuerpo se
tensa,
mientras sus caricias se hacen
más intensas,
en tanto se cuelan entre su
sollozo
algunos gemidos que surgen airosos.
Arquea la espalda, hacia atrás la
cabeza,
blandiendo sus dedos ella me
recuerda,
así se imagina sentada en un
trono
y mi reina sensual yo la corono.
Y en esa añoranza la hiere mi
ausencia
y el dolor le hace perder la
prudencia.
El tiempo de ausencia es tiempo
angustioso
donde los recuerdos se hacen
dolorosos.
Ya llegará el día que esfume su
pena
y en ella yo irrumpa como ilusión
nueva,
así yo y mi amada reiremos de
gozo,
y han de celebrarlo los sentidos
todos.
Igual que una orquídea florecerá
ella
luciendo los tacos y las medias
negras,
y yo exploraré todos sus tesoros
cual aventurero osado y ansioso.
Ya llegará el día que en ella me
pierda
asido a su talle, asido a sus
piernas,
como si en el mundo tan sólo
nosotros
fuéramos la vida, sin que existan
otros.
Conserva tus ganas, tus tacos,
tus medias,
mi mujer amada, para cuando
vuelva,
que de nuestro encuentro también
soy ansioso
y anhelo al amarte mirarme en tus
ojos.
ALDO R. GUARDATTI
(Del libro "Romances ardientes")
(Todos los derechos reservados)
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