Sedúceme
despacio, alarga los instantes,
que
sea tu amor un arte, ya delicioso y mágico.
Sugiéreme
en tus labios mil besos palpitantes,
sólo
por provocarme deseos y sueños plácidos
contigo
entre mis brazos y con gesto anhelante,
la
lujuria expectante sobre tus labios cálidos.
Sedúceme
ataviada de tímida inocencia.
Atiza
mi impaciencia hasta envolverme en flamas
y
dame en tu mirada caricias de indecencia.
Ahoga
mi conciencia sin pronunciar palabra,
que
me ilumina el alma tu felina cadencia
y
una dulce demencia te desnude en mi cama.
Sedúceme
sutil, casi como al descuido,
como
gota de vino en copa de elixir.
Diluye
mi sufrir con un solo suspiro
y
haz que me sienta vivo al verme y sonreír,
que
me harás muy feliz liberando tu instinto,
cubriéndome
en gemidos cuando yo ingrese en ti.
Sedúceme
insinuando lo que yo más anhelo,
peinando
tus cabellos con tu pequeña mano,
mirando
de costado al que te ama discreto,
que
te hace suya en sueños de amor y de pecado.
Con
gestos estudiados mantén prendido el fuego
que
inflama mi deseo con un fulgor sagrado.
Sedúceme
despacio, hermosa y enigmática.
Concédeme
la gracia de amar entre tus brazos,
de
ritos despojado, con fantasías románticas.
Deja
a mi boca errática bogar con desenfado
por
tu cuerpo exaltado por ansias casi mágicas.
Con
mi pasión fanática tentarte hacia el pecado.
Sedúceme
evitando caer en evidencia.
Despliega
tu sapiencia solamente insinuando,
que
yo te estoy deseando allende mi conciencia,
y
es celestial sentencia como te estoy amando.
Sedúceme
jugando a mostrar indiferencia.
Hazlo
sin estridencias, presionando los labios.
ALDO R. GUARDATTI
(Del libro "La camisa clara")
(Todos los derechos reservados)
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