Al borde de la noche, al borde de
la cama,
la cubre la nostalgia carnal por
aquel hombre,
necesidad insomne que estremece
sus ansias,
cual candentes fantasmas que no
entienden razones.
Al borde peligroso de la propia
cordura
sueña semi desnuda con momentos
fogosos,
recuerdos deliciosos su nostalgia
acumula,
que todavía la angustian, que aún
son peligrosos.
Al borde de la gloria y al borde
del pecado
¿cuántas veces a estado inflamada
de euforia?
Pero eso hoy es historia, y él no
está a su lado,
sus dedos, empapados, empujan la
memoria.
Al borde del abismo con corsette
y con tacos,
se acaricia despacio, ya como con
sigilo,
y la ilusión ha huido diluyendo
su rastro.
Su atuendo con sus manos evocan
el delirio.
Al borde de la dicha, también de
la tragedia,
ya crece por sus piernas un
temblor que la agita.
La soledad la asfixia, los ojos
se le cierran
y el remezón la deja al borde de
la vida.-
ALDO R. GUARDATTI
(Del libro "La camisa clara")
(Todos los derechos reservados)
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