Antes
que nada, te digo,
sin
atisbo de vergüenza,
que
casi todas las noches
tengo
sueños de indecencias,
más
para mí son gloriosos,
pues
en ellos eres reina.
Antes
que nada, te digo,
que
esos días, al despertarme,
por
lo real de mis sueños
los
labios aún me arden,
y
me apuñala tu ausencia
con
pena inimaginable.
Antes
que nada, te digo,
que
sólo, en mi dormitorio,
el
efecto de esos sueños
es
plenamente notorio
en
lugares de mi cuerpo
que
se erigen sin decoro.
Antes
que nada, te digo,
que
aunque el frío sea bajo cero
las
caricias de esos sueños
me
enardecen por entero,
despertando
yo sudado
y
sábanas por el suelo.
En
esos sueños sabrosos
soy
mucho más que tu amigo,
y
son cosas deliciosas
esas
que hago contigo,
que
quisiera realizarlas,
antes
que nada, te digo.-
ALDO R. GUARDATTI
(Del libro "Húmedo... Tibio... Suave...")
(Todos los derechos reservados)
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