Dices
que tengo idea fija
y
que soy algo obsesivo.
¿Cómo
no serlo contigo
si
mi ilusión engalanas?
¿Cómo
sofocar las ganas
que
al existir me provocas?
¿Cómo
pensarte con ropas
si
desnuda estás de gala?
Pero
no puedo negarme
a
tu tácito pedido
y
un largo y negro vestido
para
tu piel he pensado,
en
contraste con los blancos
de
las dulces vestimentas
que
cubren lo que más tienta,
después
de tu rostro adorado.
Un
vestido que acaricie
tus
caderas dulcemente,
como
lo hago en mi mente
mientras
gozas del contacto,
con
género suave al tacto
que
en tu sexy andar felino
frote
tus pechos erguidos
con
pasión y sin descaro.
Un
vestido que te envuelva
del
escote a los tobillos,
que
con un corte sencillo
exalte
tus bellas formas
mientras
te roza sin normas,
sin
recato y sin pudor,
cubriéndote
de rubor
con
un efecto que asombra.
Es
que ese negro vestido
es
creación de mi mente,
lujuriosa
e impaciente
de
solo pensar en ti,
deseando
ese elixir
que
destilas en tu fuente,
entre
fantasías ardientes
de
sucesos por venir.
Y
si, debo aceptarlo,
que
está la razón contigo
al
decirme reiterativo,
aunque
la idea te excita
de
estar sin ropa a mi vista
casi
como al descuido,
que
mejor luces el vestido
al
momento que te lo quitas.-
ALDO R. GUARDATTI
(Del libro "Húmedo... Tibio... Suave...")
(Todos los derechos reservados)
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