Cuando ya entro al cuarto la
noche es avanzada,
y ella está acostada, desnuda,
boca abajo.
Ni el alba ni el ocaso poseen esa
magia
que mi deseo exalta, que al “no”
hace pedazos.
Y se afiebran mis labios por
surcarla sin pausa,
y bajar por su espalda a destinos
soñados,
por eso yo divago al verla así
acostada,
desnuda y soberana, soberbia,
boca abajo.
ALDO R. GUARDATTI
(Del libro "La camisa clara")
(Todos los derechos reservados)
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