En las
lides amatorias
te
dices incompetente,
y te
niegas, persistente,
a un
encuentro exploratorio
en un
neutral territorio,
gozando
sólo el presente,
para
dejarme encontrar
lo que
alegas ya no sientes.
Aún
corre sangre en tus venas
y te
haré ver que en tu cuerpo
el
deseo nunca ha muerto,
sino
que late escondido.
Verás
que es como te digo
y que
no hay nada de incierto,
si me
dejas desnudarte
entre
caricias y besos.
Deja a
mi boca y mis manos
recorrerte
así, entregada,
sin
desviar la mirada
por
pudores o vergüenza.
Disfruta,
pues, la tibieza
de mi
lengua entusiasmada,
y
vendrá a ti la sapiencia
que
creías olvidada.
Serán
dos cuerpos desnudos
en
cómplice oscuridad.
Diluirá
la libertad
tus
pudores y prejuicios,
y cual
presa de un hechizo
sentirás
la eternidad
en tu
sexo enardecido
latir
con ferocidad.
Explorador
de tu cuerpo
déjame
ser con ahínco,
y
darte desconocidos
escozores
placenteros,
y
estremecer por entero
a tu
ser embravecido,
mientras
murmuras ardientes
fantasías
a mi oído.
Y
cuando todo termine
tú y
yo quedar satisfechos,
agotados
por el hecho
de
nada habitual euforia,
y
reescribiendo tu historia
seré
cual fiera al acecho
en
busca de la ocasión
que
compartamos el lecho.-
ALDO R. GUARDATTI
(Del libro "El deseo a contraluz")
(Todos los derechos reservados)
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