Como
en los ochenta bailemos un lento,
o
bailemos ciento sin llevar la cuenta,
mis
manos contentas rodeando tu cuerpo,
como
un juramento que penas ahuyenta
con
lenta cadencia y sutil movimiento.
Mis
manos ansiosas tomando tu talle,
para
acariciarte igual que a una rosa.
Tu
piel, que me roza, me enciende al instante,
orquídea
salvaje, sensual glamorosa…
la
música esboza suspiros en clave.
Y
siento que floto contigo en mis brazos,
rompiendo
en pedazos temores ociosos.
El
ritmo meloso empuja los labios
y
estrecha el abrazo con ansias, con gozo.
Se
cierran los ojos y se ensalza el tacto.
Los
cuerpos deslizan uno contra uno,
en
ritual nocturno, sin canon ni prisa.
Suspiros
atizan sin trazas de humo
las
brasas que abruman, flamas que acarician
la
esencia precisa del cuerpo al desnudo.
Dilatan
pupilas, la piel se enrojece
y
el instinto crece empujando a la cima.
Con
las melodías pudores decrecen,
Cupido
enaltece pasiones furtivas,
y
una oda a la vida el baile parece.
Ya
ansían tu esencia mis labios sedientos,
ya
busco el momento de hundirme en tu entrega
y
en la primavera febril de tu cuerpo.
Así
persevero rogando consientas,
como
en los ochenta, bailemos un lento.-
ALDO R. GUARDATTI
(Del libro "Tibio... Húmedo... Suave...")
(Todos los derechs reservados)
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