Con la
ilusión escondida
en una
vieja valija,
llegó
desde tierra adentro
la
tímida muchachita,
a
trabajar de sirvienta
en
casa de una familia.
Trabajando
sin horarios,
sin
domingos ni feriados,
solo
por cama y comida
y unos
mugrosos centavos,
sus
sueños se desvanecen
entre
trabajos variados.
En el
fondo de la casa,
en una
pieza sombría,
por
las noches se refugia
en
infantil fantasía,
mientras
lágrimas deslizan,
amargas,
por sus mejillas.
Anda
siempre cabizbaja
con la
mirada perdida,
con
los talones rajados
y
manos encallecidas;
pasa a
veces por tu rostro
un
espectro de sonrisa.
Como
gente de segunda,
de
inferior categoría,
padece
de los patrones
abusos
y alevosías.
Su
alma sufre en silencio
disimulada
agonía.-
ALDO R. GUARDATTI
(Del libro "Despreciados y despreciables")
(Todos los derechos reservados)
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