SOLO PALABRAS

SOLO PALABRAS

lunes, 27 de marzo de 2017

EL ARRULLO DE LAS OLAS

En la brisa se hamacaba
el arrullo de las olas,
la media noche llegaba
y la calle estaba sola.
Con las luces apagadas
caminaba en esa hora
por la casa adormilada
y me embriagaba tu aroma,
cuando atrajo mi mirada
tu silueta encantadora.

Sentada justo en el borde
de la mesa de la sala,
en penumbras de la noche
mi deseo provocabas,
y buscando yo tu roce
a tu cuerpo me acercaba
sin saber que sin pudores
ansiosa tú me esperabas,
y un baby doll de pasiones
cubría tu cuerpo hecho flama.

Rodearon mis brazos firmes
la lujuria de tu talle.
Tú te arqueabas como mimbre
con mis besos pasionales,
y mis caricias febriles
tus deseos más carnales
llevaron a lo sublime
¿para qué dar más detalles?
Fue nuestro gozo indecible.
Fue lograr lo inalcanzable.

En la cima de tus senos
jugaban irreverentes
mi lengua, mis labios, mis dedos
y a ratos también mis dientes,
y sin nimios titubeos,
cual si fuera una aguardiente,
embriagados de deseo
bajaban hacia tu fuente,
disfrutando el bamboleo
de tu cuerpo impenitente.

En la mesa recostada
y flexionando rodillas,
a mi pelo te aferrabas
como loca poseída,
empujando entusiasmada
mi boca, ya agradecida,
con muy frenéticas ganas
hacia el botón que palpita
en alhajero que guardas
lo que me hechiza e incita.

Abrumada y complacida
deslizaste hacia la alfombra
con ganas enardecidas,
con erotismo y sin sombra.
Sobre palmas y rodillas
me rendiste encantadora
la oscura y estrecha vía
que mis ímpetus añoran,
y con dulzura y porfía
te complací sin demoras.

Aferrado a tus caderas
como el náufrago al madero
desperté mil primaveras
en el ardor de tu cuerpo,
con un vaivén sin fronteras,
con un devenir incierto,
y tu esencia de pantera
afloraba por entero,
y te volviste una fiera
bella, salvaje y en celo.

Y la pasión nos perdía
con espasmos delirantes,
en el aire se encendían
incandescencias fragantes,
tu cuerpo se estremecía
y jadeos anhelantes
desde tus labios huían
en ese mágico instante
que derramaba mi hombría
en tu surco palpitante.

Acabamos recostados
sobre la alfombra mullida,
nuestros cuerpos agitados
y dos cómplices caricias,
con mis labios saboreando
tu piel aún encendida,
aquel lugar inundado
de una dulce algarabía
y tu rostro era adornado
con seductora sonrisa.

Tu piel aún ruborizada
me embriagaba con su aroma,
las penumbras perfilaban
la belleza de tus formas,
el instinto se calmaba
y escabullía entre las sombras.
La luna nos espiaba
aquella mágica hora.
En la brisa se hamacaba
el arrullo de las olas.-

                                ALDO R. GUARDATTI
                          (Del libro "El deseo a contraluz")
                           (Todos los derechos reservados)


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