Por
hacer igual labor
le
pagan menos que a él,
aunque
lo haga ella mejor,
tan
sólo por ser mujer.
Si se
tapa, es una monja.
Si
provoca, es una puta.
La
rotulan sin demora
si
hace algo que disfruta.
Si
superando a los hombres
demuestra
sabiduría,
puede
acabar destrozada
cual
Hipatia de Alejandría.
Así,
culpa de su género,
la
desmerecen sus padres,
la
desmerecen sus hijos,
la
desmerecen sus pares.
Recibe
feroz paliza
de
patético cobarde,
tan
sólo por ser más débil,
y así
soporta el ultraje.
A
pesar de sus denuncias,
la
indolencia de los jueces
hace
que su padecer
acabe
a veces en muerte.
Muchos
se llenan la boca
diciendo
“nos dio la vida”,
más
por cultura o costumbre
cuando
hace falta lo olvidan.-
ALDO R. GUARDATTI
(Del libro "Despreciados y despreciables")
(Todos los derechos reservados)
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