Me
aguardas tú, sentada en ese mullido asiento,
manteniendo
el silencio, insinuándote callada,
luciendo
casi nada, cubierta de misterio
y
un aura de deseo te baña en luz dorada.
Zapatos
de taco alto, de color más bien crudo
lucías
con orgullo, y los labios pintados.
Tu
pelo, oscuro y lacio, nada dejaba oculto,
y
a modo de saludo pestañeaste despacio.
Pose
provocativa, con las piernas abiertas
y
esa fruta pequeña, en actitud mezquina,
que
bloqueaba mi vista hacia tu dulce perla,
para
encender la hoguera que a los dos nos cautiva.
Tu
estrategia resulta de veras exitosa,
y
no existe otra cosa cuando muerdes la fruta.
Mis
labios ya disfrutan de tu piel deliciosa
que
ya entre tibia y roja delata que te gusta.-
Aldo R. Guardatti
(Todos los derechos reservados)
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