Me
obnubila tu figura,
¡ay!,
mujer de mis anhelos,
con
tu sonrisa de niña
y
cuerpo de violoncelo,
y
mis sueños enredados
en
las hebras de tu pelo.
Tu
candorosa mirada
que
me produce desvelos,
de
la trampa que me atrapa
es
efectivo señuelo,
y
en mis locas fantasías
a
tus placeres me entrego,
entre
hogueras de pasiones
que
desintegran los hielos;
y
cuando tienes certeza
de
que he mordido el anzuelo,
me
aprisionas con tu hechizo
y
ruego no ser absuelto.
Enredándome
en tus muslos
mis
ansias levantan vuelo,
y
navegando en tu vientre
sublima
carnal deseo,
avasallando
sentidos
hasta
las puertas del cielo,
asciendo
sin precauciones
a
las cimas de tus senos.
En
el tibio torbellino
de
tu aliento y de mi aliento,
empapados
de suspiros
refulgen
candentes besos.
Ya
cantan loas mis manos
a
tu piel de terciopelo;
desperdigadas
las prendas
son
cual islas sobre el suelo,
y
sumergido en el gozo
soy
señor del alfabeto,
y
de las penas del mundo
hallo
en tu piel el consuelo,
y
en tus brazos son caricias
hasta
los más crueles flagelos,
y
hasta en mi sed de erotismo
eres
tú el abrevadero
donde
yo sacio mis ganas,
donde
diluyo el veneno
con
que el mundo contamina,
fatal,
como lance artero.
Y
así por tu cuerpo vivo.
Y
así por tu cuerpo muero,
sintiéndome
amo del mundo
¡ay!,
mujer de mis anhelos,
con
tu sonrisa de niña
y
cuerpo de violoncelo.-
ALDO R. GUARDATTI
(Del libro "Húmedo... Tibio... Suave...")
(Todos los derechos reservados)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario