Me duele una mujer en todo el
cuerpo
por sádicas heridas de su ausencia,
por sueños que se han vuelto
pesadillas
a causa del sindrome de abstinencia.
Me duelen ya los labios de deseo
por los besos que no se dónde
guardar,
que reclaman su piel de terciopelo,
que reclaman, iracundos, sin cesar.
Me duelen las falanges, cada una,
por caricias que tienen contenidas.
El dolor es tremendo por las noches,
con mitad de la cama aún tendida.
Me duelen, pues, los brazos y las
piernas
por abrazos infructuosos al vacío
en noches solitarias, tormentosas,
que entre sueños la busco al lado
mío.
Me duele con ardor la piel entera,
la calcina la ausencia de su roce,
y el ardor llega a grado intolerable
por recuerdos que a mi alma la
carcomen.
Por eso no exagero yo en mis dichos
si es que digo que prefiero estar
muerto.
Por su ausencia yo se sin lugar a
dudas
que me duele una mujer en todo el
cuerpo.-
ALDO R. GUARDATTI
(Todos los derechos reservados)
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